miércoles, 25 de agosto de 2010

Tarde en la ITV


Thor tiene 8 años. Todos dicen que es celeste, pero no lo es. Es azul polar. Tiene ojos de tormenta a punto de estallar y sonrisa tímida, de las que calan por insinuar más que por mostrar abiertamente. Es malagueño, nacido en Barcelona, pero lleva tatuado el nombre de Ibiza en el trasero. Aguanta chaparrones, barro, areniscas, colillas mal tiradas, cagarrutas de canarios y gaviotas, sin quejarse. Aguanta el hambre de gasoil sin más queja que encender una luz y emitir un leve pitidito. Me lleva a todos lados y duerme donde le dejan, a pierna suelta, en las calles de Málaga, ajeno a cuanto le rodea. Siempre está dispuesto para mí. A todas horas. Nos queremos. Nos necesitamos. Nos saludamos con un buenos días por las mañanas y nos despedimos con un "cuídate". Disfrutamos de la misma música. Vamos a las mismas playas y reímos con las mismas cosas. También hemos llorado juntos, con las ventanillas subidas. Thor es mi coche. Y hoy fuimos a pasar la ITV.


La cita era a las 17:30 en uno de los polígonos. Nunca acierto con el nombre correcto. El camino lo intuía. Estuve hace dos años, y hace cuatro y hace seis, pero iba como la vez primera, a punto de sacar el cuello por la ventanilla y preguntar a cualquier coche que se acercara tanto como para rozarnos, que dónde quedaba la maldita ITV. Pero seguí mi instinto. Seguí mi instinto y me encontré en la misma rotonda por la que entré. Ups. Vuelta a empezar y girar en sentido contrario en el cruce del semáforo. ¿Y ahora para dónde vamos? Hasta el infinito y más allá, me parece oir. A lo lejos, antes de cruzar un puente en obras, (obras de Málaga), veo al fin el cartel: Scándalo. NO, no es el de la ITV, que es adonde quería llegar, lo sé, pero es que el cartel de la ITV es diminuto al lado de aquel y sé que la ITV está al lado del más famoso local de alterne, o puticlub de lujo o como quiera que se le llame, de la capital. ¡Rumbo al Scándalo, Thor! -grito sin mover los labios, al más puro estilo pirata, como si Thor se hubiera convertido en una carabela de la época de Colón o en un barco pirata de una película protagonizada por Johnny Depp o un libro escrito por Stevenson. Podría haber dicho ¡al abordaje! cuando llegué al fin a la ITV, pero no me pareció apropiado, y más viniendo de mí. ¿Qué pensarían el resto de coches allí aparcados esperando su turno? Me preocupaban ellos, no sus dueños.

Busqué un poco de sombra. Cosa difícil a las 17:30, en el mes de Agosto, tras tres días de terral en Málaga. Al menos doy gracias porque hoy no hagan los 42 de ayer a la sombra. El día es más fresco, hoy sólo son 34. Dejo a Thor y entro a la oficina y me dirijo a la fila de los que han pedido cita por teléfono. La fila corre. Increíble. Creo que deliro o tal vez es el calor. Llego a la ventanilla.


- ¿Tiene cita previa?
- Sí -respondo mostrándole un papelito escrito a bolígrafo con la letra de mi padre.
- Deme el permiso de circulación y la ficha técnica.
- ¿Cómo? (¿Por qué nadie me avisó que tenía que entregar esa documentación? Me figuro que estará en la guantera. Soy un desastre para las cosas del coche. Ahora uso la palabra coche, sí).
- Tiene que entregarme los papeles para pasar la ITV
Sonrío irónicamente, la sonrisa sólo suena en mi cabeza: ja - ja - ja . No puedo ser muy lista para unas cosas y muy torpe para otras, no, hay que buscar el equilibrio. La medida. Pienso en la medida.
- Ahora vuelvo.

Salgo fuera, y el calor me golpea en la cara, en los brazos, en las piernas, como si se burlara de mí por lo ocurrido. Abro la guantera y ahí están los papeles. No ha sido difícil. Vuelvo dentro esperando que la cola no haya crecido. Tengo suerte. El hombre espera en la ventanilla. NO sonríe. No me mira. Coge los papeles y teclea en el ordenador tan pesada y aburridamente como lo hacía yo esta misma mañana en mi oficina mientras pasaba los documentos bancarios de un compañero que está de vacaciones. ¿Por qué durante mis vacaciones nadie pasó los míos? Todos los años por estas fechas me hago la misma pregunta. No me sienta bien volver al trabajo después de las vacaciones.

- Son 40,52€ (Se lo doy justo y pienso que es un robo)
- ¿Y ahora qué? -pregunto.
- Ahora tiene que esperar fuera a que digan su matrícula y lleve el coche al túnel que le digan. Esté atenta porque pueden llamarla desde ya. Tiene que entregar estos papeles.
- Ok, gracias.

Salgo fuera. Thor se está derritiendo en esa medio sombra que lo he dejado. Busco una sombra mejor, aunque ninguna me parece buena. Abro las ventanillas. El aire no corre. Me asfixio. NO quiero poner el aire acondicionado porque tengo que encender el motor y no sé cuánto tiempo tendré que estar parada. Confío en que será poco. Echo un vistazo a Don Anuncio. ES de pisos. NO voy a comprarme ningún piso, pero abro los ojos lo más que puedo cuando leo esos precios tan desorbitados y cómo te venden primera línea de playa cuando la playa no se ve ni con catalejo desde una de aquellas terrazas.

Empieza la música del lugar: Saxo MA5368NL pase por línea 8. Opel Corsa 1254BMX pase por la línea 3. Citroen C3 4789CHK pase por la línea 5. Última llamada para Saxo MA5368NL... y así durante más de 20 minutos en los que pienso que Thor entrará por la línea 7 porque es la que me pilla más cerca y no tendría que maniobrar, y además el 7 es mi número favorito. Y me acuerdo de mi canción favorita y la tarareo: El 7 de septiembreeeee. Y entonces caigo en que es 25 de agosto y que hoy hace 18 años que vi en concierto a Mecano por última vez. Yo tenía 19 y sabía que sería el último concierto de Mecano en al menos 3 años, porque la vuelta sería para el 95, lo que no sabía es que sería la despedida para siempre. Recuerdo incluso la ropa que llevaba. Qué jovencilla y qué ingenua. Era tan fan de Mecano como ahora. NO sabría decir cuál de las dos Isas lo es más. Difícil respuesta pues aunque seamos diferentes ya, también somos la misma.

- SEAT Ibiza ......X, (Doy un respingo y enciendo el motor), pase por la línea 7. Y entonces sonrío y tarareo: El 7 de septiembreeeeee. Y recuerdo que el 7 de septiembre de 2007 fui a ver por tercera vez el musical de Hoy no me puedo levantar en Madrid y Nacho Cano salió del suelo y tocó la canción y yo la disfruté abrazada a la biografía de Mecano que la había llevado a Madrid para que me la firmara su autor, J.A. con el que estuve también en el estreno del musical A de Nacho Cano en Diciembre de 2008, y Nacho Cano me firmó la entrada del 7 de septiembre. Me acerco al túnel número 7 sin olvidar que con la fotografía que le hice a Ana Torroja tocando la canción de El 7 de septiembre en octubre de 2006 en Fuengirla, gané el concurso de fotografías de un concierto de Ana Torroja convocado por la página web de la misma. La fotografía fue portada de su revista digital y además me llevé un buen premio y un buen amigo. JPSF.

(Aquí os dejo la portada de la revista con la fotografía y abajo mi comprobante de premiada)










Sigamos por donde íbamos, que Ana Torroja y Mecano aparecen siempre sin querer en todos mis escritos, igual que en mi vida, a cada rato.
- Pase por aquí. Deme los papeles.
- ¡A la orden! (Esto no lo digo, sólo lo pienso, le doy amablemente los papeles).
- Botón del parabrisas y eche agua. (Lo hago)
- Encienda las luces. Ahora las largas. Ahora las de niebla. Pise el freno. Marcha atrás. Bien. Abra el capó.
- No sé -contesto.
- ¿Cómo?
- Lo abre siempre mi padre. Sé que el botoncito está por aquí, pero ni idea. (Pienso que se estará riendo de mí por dentro, y dirá: mujeressss, igual que cuando yo digo por alguna circunstancia: hombreeeees).
- Tiene el motor muy limpio, ¿lo ha lavado?
- Sí, hace poco lo llevé a lavar. También cambié la batería. Me ha durado 8 años.
- 8 años, fiiiu, (silba), le salió buena. ¿Cuántos kms tiene el coche?
Se lo digo. Me abre la puerta y tira de mi cinturón. Abre la puerta del copiloto y tira del cinturón. Antes de cerrar la puerta observa un Cd de La Unión y lo coge.
- ¿Te gusta la Unión? (Ahora ha pasado a tutearme y yo a mirarlo por primera vez desde el rato que llevamos hablando)
- Sí, soy ochentera. Me gusta ese tipo de música. Sobre todo soy de Mecano.
Sonríe y sigue pegando tirones a los cinturones de la parte trasera.
- La música de ahora es una mierda, no hay comparación. Lo de antes si era música. Yo también soy muy ochentero: La Unión, Radio Futura, Mecano... Debes tener unos 33 ó 34 años, ¿no?
- 37 -respondo- Y tú andarás por ahí, ¿no?
- 39. (No los aparenta, pero no se lo digo, de repente me doy cuenta de que estoy dando demasiados datos a un desconocido. Me cae simpático. Sonrío).
Empieza a comprobar otros niveles del coche y me explica lo que está comprobando, pero yo ni me entero, sólo quiero que me diga que Thor está bien y que no tengo que volver hasta dentro de dos años, como al ginecólogo, o al médico del estómago, o al otorrino, o al oftalmólogo o algo así.
Entra en mi coche y se sienta. Mira los llaveros que cuelgan de la llave que está puesta en el contacto.
- Mmm, el indalo, Ana Torroja...
- Sí, el indalo por la suerte, Ana porque soy Mecanita y el otro por cariño de un día muy alegre.
- Están muy chulos. Ahora por dónde ponen esa música en el centro? -pregunta mientras me dirige el coche hacia unos carriles.
- No sé -respondo.
- ¿Y esta barra? -pregunta mirando la barra que tengo en el suelo del coche, que es para ponerla en el volante cuando dejo a Thor aparcado y yo subo a casa- ¿No será para defenderte de mí o para pegarme o algo? Yo soy muy buena gente, eh.

Sonrío y digo una tontería. Creo que está coqueteando. ESto me supera. TEngo que contárselo a alguien.

- En el Treinta y tantos tal vez (dice refieriéndose a un bar del centro)
- En el Tocata y en el Indiana. Me gustan esos bares.
- Yo no suelo ir mucho al centro, de hecho sólo estuve en la feria del centro un día y creo que ya no iré más, sólo había niñatos borrachos, gente descamisada, charcos, música tonta... o me estoy volviendo mayor o no me va ese rollo.

Parecen mis palabras, coincido con él. Se lo digo. Yo tb fui sólo un día a la feria del centro y también pensé exactamente eso. Jamás había entablado tanta conversación en un túnel de la ITV.

- Yo no salgo mucho al centro tampoco. Soy más de cine y cena y plan tranquileo. (No le hablo de lectura y escritura, mis grandes pasiones aparte del cine, es que no lo conozco).
Sonríe.
Ahora se mete debajo de mi coche y me dice que pise el freno, que ponga el freno de mano y bla, bla, bla. YO tengo la cabeza fuera de la ventanilla para oír lo que me dice desde debajo de las ruedas, como si alguien me hablara desde una tumba. Alguna vez le pido que repita. Lo oigo ná más que regular.

Después avanzo hasta una especie de bache. Me avisa y me pide que no me asuste. Me pregunta si he cambiado los "sineblog" o algo así y le digo que sí, que hace dos semanas y que me costaron 100 euros, qué ruina de mes con Thor. (A él no le he dicho su nombre, ninguno ha hablado de nombres hasta ahora).

Me mide los siguiente niveles, que no tengo ni idea de qué medían y sonríe satisfecho y me dice que tengo el coche muy buen cuidado y me da la enhorabuena y me dice ¡Prueba superada! y entonces me siento como cuando juego a Supervivientes en la Wii.

- Mi padre opina lo contrario, que tengo el coche muy dejado.
- Pues está genial. ESpérame fuera y te llevo enseguida los papeles rellenos y la pegatina. Y a ver si nos vemos por ahí, ¿no?
- Claro -digo con una sonrisa tonta.

Me explica cosas del sineblog o como se llame. Yo hago como que le escucho, pero no me entero de nada absolutamente.
Salgo fuera y pienso que es un chico bastante agradable y simpático. Lo miro de lejos y pienso que realmente no es mi tipo. No es feo. Tampoco guapo. No es delgado ni gordo. Es alto. Demasiado pelado para mi gusto, pero es que con este calor.... tal vez con otra ropa... pero es que es mecánico el chiquillo. ¿Y como sabe que estoy soltera? Ah, no tengo alianza. ¿Y como sabe que no tengo niños? Eso no puede saberlo. ¿Y si me pide el teléfono? ¿Se lo doy? Mejor le doy la dirección de facebook o de mi email. O mejor no. No sé.

Al cabo de un rato aparece el chico sonriendo. Enmedio han pasado un par que son más de mi tipo, pero que no les pega en absoluto la música ochentera ni parecen tan simpáticos.

- Pues listo. Ahora una firmita aquí y me dices tu nombre, tu calle, tu teléfono y cuándo quedamos. (Toda esta frase seguida la dijo de una manera simpática, poco estudiada, tan llanamente que casi le doy todas las respuestas).

Estampé mi firma, la buena, y a punto estuve de decir una tontería relacionada con alguna firma de libros. Me callé.

- Hasta dentro de dos años. (Dice sin dejar de sonreir. Ahora me parecía más mono que antes)
- Chao. (No me gusta decir adiós y si lo digo es de verdad y a conciencia).

Arranco el motor y pienso que debo volverme y decirle que me busque en facebook, pero avanzo hasta el ceda el paso, miro el cartel de Coca Cola en rojo con las leras blancas, giro a la izquierda y me adentro en el polígono buscando la salida. Tal vez habría sido una oportunidad de algo. Tal vez no y por eso la pasé dejar. Tal vez me lo vuelva a encontrar si es que debe ser así.

Entré a la autovía rumiando varios "tal vez" y pensando que nunca me subo a ningún tren, que me gusta ir en mi coche, conduciendo, oyendo música de los ochenta. Es bonito que te cortejen de buenas maneras. Te hace sonreir durante bastante rato. ¿Cómo se llamará? Me pregunto, igual que me pregunté cómo se llamaba el maestro de lengua y literatura que conocí el día de la graduación de los alumnos de mi antiguo colegio. ¿Qué más da el nombre si no se aprovecha un momento y se le deja partir? Tal vez eran momentos nacidos para morir o para ser matados.

Arranco la etiqueta de la ITV antigua, color verde, y pongo la nueva, en roja, hasta el 2012. Entonces me viene a la cabeza que durante años el verde fue mi color favorito, hasta que lo sustituí por el rojo que me definía más, tan pasional en todo como yo.

Es justo lo que acabo de hacer. Sustituir el verde por el rojo.
Thor lanza un bufido. Acaricio el volante y le digo: Buen chico.

Ni todo lo que cuento es cierto, ni todo lo que cuento no lo es, ni todo lo que cuento me ha pasado o no me ha dejado de pasar a mí. Es una simple crónica de un día cualquiera en mi vida real o ficticia y en la vida de Thor. Me apetecía echar el freno de mano a historias más densas, de lecturas o victorianas, para contar algo fresco sobre un día tan caluroso como el de hoy, en el que gracias a Dios, sobrevivimos al terral en Málaga.


I.M.G.






















































miércoles, 18 de agosto de 2010

Summer Books

Alguien me preguntaba el otro día, qué libro estaba leyendo ahora mismo. Siempre que me hacen esta pregunta me quedo unos segundos callada y a veces pongo el dedo índice sobre los labios y miro hacia arriba, como si la respuesta me sobrevolara y yo pudiera atraparla al vuelo con sólo una mirada. Y es que a veces cuando hago el amago de pensar, miro hacia arriba, sin mirar a ningún sitio en concreto y luego acierto a dar alguna respuesta. Cuando digo amago de pensar, es que es amago, y no otra cosa, pues la respuesta está clara pero no sé cómo darla. Nunca leo un solo libro, por lo que dar una respuesta con un sólo título es complicado para mí, si no imposible. Respondí con un título, luego dije el siguiente, y después hubo una tercera respuesta, una cuarta y una quinta. Cuando llegas al quinto título llega otra clase de amago, el de la persona que lucha consigo misma. ¿Me cree o no me cree? That´s the question. Entonces llega la siguiente pregunta. Siempre la misma: ¿No te haces un lío con ellos? No -respondo. Nunca.


Procuro elegir los libros que leo, siempre de temáticas diferentes, de autores distintos o de épocas dispares. Otras veces ocurre todo lo contrario. En ninguna ocasión mezclo uno con otro. Tampoco los suelo terminar a la vez. Cuando alguno se va acabando, llega el reemplazo al día siguiente. Nunca me acuesto sin varios libros sobre mi cabecera. Duermo mejor teniéndolos cerca, recién cerrados, recién leidos, recién vividos, recién aprendido algo de ellos. Siempre se aprende. Es fascinante. Para mí es fascinante.


Este verano está siendo enriquecedor en cuanto a todos los que han pasado por mis manos, por mis ojos, por mis pensamientos, por mi paladar, por mi corazón, mi alma y mi cama. Suelo leer en la cama. En vacaciones también uso el sofá, o una butaca, o una hamaca en la terraza, o el suelo, enmedio del pasillo. También me vale la cocina. En un avión, en el coche, en una sala de espera, en otro país, durante la merienda. Con las gafas puestas. Con cientos de separadores distintos, traidos de cada rincón de mi mundo conocido y de los mundos conocidos de mis amigos.


Os enumero y detallo los que estoy leyendo ahora mismo, por si os apetece compartir su lectura conmigo, en este momento. No voy a enumerar los que he leido este verano, (desde Junio hasta agosto), porque son varios y no pretendo dar cuenta de todos, aunque de alguno ya he hablado por aquí en alguna entrada. Tampoco enumeraré los que tengo sobre el escritorio, con el turno sacado, para ser los siguientes, pues daré cuenta de alguno de ellos en meses venideros.




No sé vivir sin leer. Esta soy yo.




LIBROS QUE ESTOY LEYENDO, (Agosto 2010):


1. Momentos de vida (Virginia Woolf)


Se publicó póstumamente en 1976 y es la única obra autobiográfica de Virginia Woolf (1882-1941). Lo conforman seis textos y constituyen un viaje cronológico por los momentos álgidos de la vidad de la gran escritora inglesa.


Me está resultando fascinante porque estoy conociendo no sólo a la autora, a su familia y a sus sentimientos, si no su forma de escribir un diario, (tan distinto a las novelas), y el Londres de la época de su infancia, de su adolescencia, su juventud y su madurez, desde la cual escribe y que transcurre en una época difícil y caótica tanto en Londres como en el resto del mundo, pues la guerra acechaba con comenzar. El resto es bien conocido, sólo hay que recurrir a la Historia.



2. Franz Kafka y Praga (Una guía literaria de Harald Salfellner)


Franz Kafka era Praga y Praga era Franz Kafka, escribió una vez Johannes Urzidil. Para quien siga el rastro de la vida de Kafka, su camino lo llevará al corazón de la antigua ciudad imperial a orillas del Moldava. Kafka está enraizado en el suelo de Praga. Acabo de llegar de Praga, hace escasos 6 días y ciertamente, por cualquier calle, puente o plaza que cruzara, podía respirar a Kafka en el ambiente. Una camiseta allá, una frase acá, una casa donde vivió, un palacio donde trabajó, un reloj que marcó sus horas, un río al que se asomó, cientos de camisetas, tazas, posavasos, plumas y libretas que hablande su obra. Libros, posters, chapas, vajillas, paraguas, bolsas... Praga es el traje de tejados rojos que Kafka vistió toda su vida. En este libro se despliega un increíble tesoro de acontecimientos históricos y políticos, de historia de la cultura y de citas de las obras de Kafka. En él conoceremos no sólo la vida y obra del escritor y poeta, si no, la Praga dorada de hace un siglo.



3. Océano mar (Alessandro Baricco)


Como ya comenté en una entrada anterior, empecé a leer a Baricco hace poco, pues antes no sé por qué, me había negado a leer nada suyo. Seda, como comenté, me encantó. Luego leí Tierras de Cristal, de la cual también di cuenta en este blog, y ahora le ha tocado el turno a Océano mar. Este libro también me lo recomendó mi amigo Pedro de puntoyseguido. Dicen que leyendo este libro se puede oír la voz del mar, que se puede leer como historia de suspende, como poema en prosa, como un conte philosophique o una novela de aventuras. En cualquier caso, domina la alegría furiosa de contar historias a través de una escritura particular. Dicen también que detrás del narrador se esconde un mago, un equilibrista.


El mar inmenso, el océano mar, que corre infinita más allá de toda mirada, el desmesurado mar omnipotente -hay un sitio donde acaba, y un instante-, el inmenso mar, un lugar pequeñísimo y un instante de nada.



4. Amor perdurable (Ian McEwan)


Soy fiel seguidora de este autor, como ya he comentado en alguna ocasión. Chesil Beach me pareció una novela corta magníficamente escrita. Expiación, su novela premiada con el WH Smith Literaty Award, el People´s Booker y el Comonwealth Eurasia, es una auténtica maravilla que además fue llevada al cine con gran éxito, y el libro de relatos Primer amor, últimos ritos que obtuvo el Premio Somerset Maugham, demuestra que además de gran novelista, Ian McEwan es un gran contador de relatos. Amor Perdurable comienza así: El principio es fácil de señalar. Me quedé un rato pensando en esta primera frase. Los principios son fáciles de señalar. Sí. Memorables casi siempre, en el buen y en el mal sentido, según el caso. En este libro Ian urde una ambigua fábula moral, un thriller acerca de la naturaleza misma del amor y su localización en la encrucijada entre la racionalidad y la locura. Lo que más me gusta es que está contada con inteligencia, como él sabe contar las historias, haciendo hincapié en cada detalle hasta que el lector logra verlo tan nítido como el autor. Es un gran prosista, sin lugar a dudas. De momento sigo en vilo con la historia. Voy por la mitad.




5. Crónica de una amistad, correspondencia y otros escritos (Henry James y Robert Louis Stevenson).




Me gustan los relatos y las novelas epistolares. En este caso, este libro, no es ni lo uno ni lo otro, son cartas entre dos grandes escritores. He leido bastante de Henry James como para tener sus libros en un lugar privilegiado de mis estanterías de libros, y de Stevenson sólo me cabe decir, que es una de mis debilidades. El primer libro que leí siendo niña fue La isla del tesoro. Ahí sobran las palabras.


En este libro, se recogen en forma de crónica, la amistad entre ambos escritores. Si siento debilidad por las cartas, como ya comenté en una de mis entradas, siento una debilidad extrema por la amistad. En este libro, obtengo algo de ambas: fantástico.




Todo comenzó en septiembre de 1884...




Henry James a Stevenson: Acabo de leer la deliciosa novela La isla del tesoro a la que califico de deliciosa porque me parece maravillosamente lograda en lo que se propone.




Stevenson a James: Me regocija oírle hablar con tanta amabilidad de mi obra. YO me veo como un campesino muy rudo y manazas, no adecuado para ser leído, y mucho menos elogiado, por un hombre tan cabal, tan diestro, tan dotado como usted.
Una vez presentados, sólo me queda
dejaros y seguir leyéndolos. Dada cuenta de ellos, me cabe decir que yo los
estoy disfrutando, cada uno de manera diferente, cada uno intensamente. Si
habeis leido alguno de ellos o vais a hacerlo, no dudeis en compartirlo conmigo.
Buenas noches.
I.M.G.
















martes, 3 de agosto de 2010

Chawton Cottage (II)

Me abro paso entre los tulipanes color fucsia y llego a la puerta de la casa de Jane. Un par de carteles me dan la bienvenida. En uno pone Jane Austen´s House y en el otro me aseguran que la casa está abierta durante un horario determinado. Suficiente para disfrutarla. He llegado temprano, no hay nadie por los alrededores, nadie agolpado en la puerta esperando para entrar. Jane y Cassandra me piden paso. Se lo cedo. Entro detrás de ellas. Me quedo en el hall, pequeño, leyendo carteles y leyendas, observando un paragüero, pensando a qué pudo estar dedicada esa pequeña estancia y si realmente esa era la puerta de entrada a la casa. Tal vez Jane paseó por él tratando de resolver algún pasaje que reescribía de Orgullo y Prejuicio, tal vez se le cayó unas gotas de tinta al suelo, junto con alguna palabra que ya no pudo aparecer en el libro. Tal vez. Se me ocurren demasiados tal vez. Quizá alguno de ellos sea el certero, quizá varios lo fueron. Mi imaginación da para mucho, el instante para demasiado. Cierro los ojos un instante. Sé que cerrándolos, veré mucho más. Mis sentidos se multiplican. Empiezo a sentir. Jane me coge de la mano y me lleva a la primera sala de visita, pero antes leo el cartel de bienvenida donde se explica que Jane Austen vivió en Chawton desde 1809 hasta Mayo de 1817, mes en el que viajó a Winchester para tratar de mejorar su enfermedad. Ya no regresaría. Murió en Julio ese mismo año.


En la siguiente sala conozco a Caroline. Caroline es una mujer de edad incalculable, de sonrisa de nube de azúcar, de parpadeo color océano y carrillos color fresa. Su inglés es tan perfecto y tan dulce que la entiendo como si me hablara en mi idioma. Me sonríe y me da la bienvenida. Esa sala está dedicada no sólo a la venta de la entrada para la visita, si no a la venta de todo tipo de merchandising relacionado con la autora, excepto libros y dvds, pues hay otra zona dedicada a ellos, al final de la visita. Caroline reconoce enseguida mi interés. Nos miramos a los ojos y nos entendemos. La ilusión se me desparrama por mis comisuras. Ella me invita a entrar. Charlaremos a la vuelta, cuando me haya convertido en una más de las Austen, si no de sangre, sí de corazón. Le echo un vistazo al árbol genealógico. Era este mismo:



Trato de rebuscar en mi memoria todos los datos que tengo de Jane y su familia. Son muchos y quiero contrastarlos todos, pero Jane vuelve a tomarme del brazo y atravieso con ella la sala. Caroline nos sonríe. Me lleva hasta su piano, ahora en una esquina, en su época alegró otras partes de la casa. Jane desliza los dedos por las teclas amarillentas, con dulzura. Toca una melodía parecida a la que suena en Orgullo y Prejuicio, en la versión que protagonizó Keira Knightley, cuando la misma toca para Lady Catherine ante la atenta mirada de Darcy. Oigo la melodía mientras Caroline nos indica la puerta y nos invita a seguir con el paseo.




En esta villa vivieron Cassandra Leigh Austen, (la madre de Jane y sus hermanos), Jane y Cassandra Austen y Martha Lloyd, una amiga de ambas. Frecuentemente eran visitadas por sus hermanos varones y su gran descendencia, lo que hacía que Chawton Cottage tuviese siempre un ambiente hogareño.


Me calzo unos zapatos de época para adentrarme en el resto de la casa. Jane me los presta. Quiero dar pasos firmes. Quiero recorrer aquellas pisadas bailarinas, aquellos pasos cortos alumbrados con candil, aquellos pasos rápidos y huidizos, dados a hurtadillas, tras reescribir algún capítulo a una hora en que se debía estar haciendo alguna labor de hogar o recibiendo alguna visita inoportuna. Quiero recorrer cada palmo del suelo de puntillas, con unos zapatos como los suyos:

Me asomo al siguiente pasillo. Un rizo de Jane Austen, de color castaño claro, se encuentra guardado en una caja de cristal, inmune al paso del tiempo. Es un bucle sencillo, en forma de interrogación. Se hace preguntas desde la urna en la que lleva cientos de años descansando. Trato de responderlas. No sé si podré. Tal vez me atreva a contarlo en la próxima reseña. El paseo continúa, o más bien empieza, pero hoy lo dejo aquí. Jane observa el bucle que le perteneció, me apoyo en su hombro y con uno de mis dedos jugueteo con un rizo que me cae sobre la frente. El mío es más rizado, más enrevesado, contiene más preguntas sin respuestas. Jane sonríe. Cassandra abre la siguiente puerta y nos invita entrar. A lo lejos observo la mesilla donde escribió y reescribió todas sus obras...

To be continued...

Así era Jane Austen en Chawton (I)

Con la amenaza de su 38 cumpleaños, había empezado a contemplar la mediana edad:

A propósito , ya que debo dejar de ser joven, encuentro
muchos deleites en ser una especie de señora de compañía porque me ponen en el
sofá cerca del fuego y puedo beber todo el vino que quiero.

A esa edad los temas que le preocupan trascienden de sí misma para pasar a una relación más afectuosa con la siguiente generación. Dos años después, felicitaba a una de sus sobrinas de diez años así:

Siempre he defendido cuanto he podido la importancia de las
tías.

Su sobrina favorita era Fanny Knight, a la que escribió con tacto y preocupación afectuosa sobre sus problemas amorosos. A Anna Austen, que le envió un manuscrito de una novela, le regaló largos comentarios minuciosos sobre las novelas, sus métodos de composición, selección, etc. Advertía a Ana de no aventurarse fuera del campo de conocimiento propio. Así, por ejemplo le escribió:

10/08/1814: Deja que los Portman vayan a
Irlanda, pero como no sabes nada de las costumbres de allí, es mejor que no les
acompañes. Correrás el peligro de ofrecer falsas representaciones.

09/09/1814: Ahora estás reuniendo a tus personajes de
maravilla, colocándolos exactamente e la situación que es la delicia de mi vida;
3 ó 4 familias en una ciudad rural forman la base material de trab
ajo.

En ese año de 1814 Fanny tenía la misma edad que Jane cuando empezó a coquetear con Tom Lefroy y a escribir cartas. Y Anna tenía la misma edad que Jane cuando ésta ya había terminado las primeras versiones de Orgullo y Prejuicio y Sentido y Sensibilidad.

I.M.G.

Bibliografía para Así era Jane Austen en Chawton (I):

Mi querida Cassandra. Traducción Dolors Udina. Publicado en inglés por Collins & Brown Ltd, Londres. 1ª Edición 1997.













lunes, 2 de agosto de 2010

¿Bella o Bestia? (Extracto de Agnes Grey de Anne Brontë)

Entre los varios libros que actualmente ocupan mi mesilla de noche, está Agnes Grey de Anne Brontë.
Aún no he terminado de leerlo, por lo que no voy a exponer aquí, de momento, una opinión sobre el mismo.
Sí quiero dejar constancia de la página que estaba leyendo ahora mismo. La portada de mi libro es la de la fotografía, de la Editorial debolsillo y traducido por Menchu Gutiérrez López. Es una segunda edición de abril de 2010.
Extracto de la página 95, conversación entre Agnes Grey y la Srta. Murray:
... /.../


- Acabo de leer la noticia en esta carta
que usted tachó de aburrida y estúpida y no me ha dejado terminar.

- ¿Con quién se casa?

- Con el Sr. Richardson, el vicario de
una parroquia de nuestra vecindad.

- ¿Es rico?

- No, pero vive holgadamente

- ¿Es guapo?

- No, de aspecto corriente.

- ¿Joven?

- No, de mediana edad.

- ¡Dios mío! ¡Vaya infeliz! ¿Y en qué
clase de casa vive?

- En una vicaría pequeña y tranquila, con
un porche cubierto de hiedra, un jardín de estilo antiguo y...

- ¡Pare, pare o me pondré enferma! ¿Cómo
puede su hermana soportarlo?

- Creo que no sólo puede soportarlo sino
que es muy feliz. No me ha preguntado usted si el Sr. Richardson es un hombre
bueno, sensato y cariñoso; le hubiese contestado que sí a todas esas
preguntas.../.../.
Justo al término de esta gran contestación de Agnes a la Srta Murray es cuando cerré el libro y dije, ¡bravo, Agnes, bravo Anne Brontë! Es aquí cuando me planteé lo de ¿bella o bestia? y no por la resabiada frase de "la belleza está en el interior", no, si no por el retrato tan fiel de la Srta Murray. Anne Brontë nos ofrece en este personaje a una bella y bestia a la vez. Bella exteriormente y bestia en todo lo demás. Cuando digo bestia, lo digo metafóricamente, del todo obvio, aunque cabe precisarlo, por si las moscas o los saltamontes, o la vieja Tecla que tanto asustaba a Maya. Ups, me fui por las ramas del bosquecillo alemán donde las abejas danzan al son de En un país multicolor.
En realidad, me he parado en estas frases porque me han parecido del todo actuales, me han sacado del siglo de las hermanas Brontë y me han traido al mío, al nuestro. Me ha recordado lo superficiales que podemos ser todos, y que todos somos cuando se trata de hablar de la pareja de alguien, del gusto de alguien, de la persona que le interesa a alguien o a nosotr@s mism@s.
No sé, a mí me ha hecho dejar el libro y plantarme aquí un momento. Tal vez estoy sensible, tal vez he revivido algún momento mío o de alguien cercano. Tal vez hemos sido en muchas ocasiones Agnes contestando, o la Srta Murray criticando. Desde luego me quedo con esa gran respuesta a la niña repelente.
Cuando finalice el libro, os daré mi opinión sobre él. No la auguro mala, las Brontë también son mi debilidad.
I.M.G.