lunes, 6 de diciembre de 2010

Festival Eñe (12-13Nov. Madrid) 7ª Parte

Cuando deseo algo de verdad, de una u otra forma, se me aparece una oportunidad. Desde el día anterior me quejaba de haber perdido la oportunidad de conocer a Laura Espido. Supongo que tenía tantas ganas de decirle que me impresionó que se me ofreció la posibilidad de hacerlo. No desperdicié el momento.
Espido Freire sonríe ante mi entusiasmo. Le cuento que estuve en su conferencia del día anterior y cómo salí de la misma con una nueva visión y un nuevo aprecio. Le cuento que tenía una impresión equivocada sobre ella y que eso ha hecho que me pierda la mayor parte de su trayectoria. Eso acaba de cambiar.

Estábamos enmedio del hall, Espido, Alicia (su amiga), y yo, a medio camino entre el baño, el bar, la librería y una especie de reservado. Allí nos dirigimos para hacernos una foto y para que yo le dedicara mi librito de "álbum de familia". Allí, en un rincón, Alicia se ofrece a hacernos la foto. Sonríe diciendo que está acostumbrada. Son amigas desde hace 18 años. Por un fugaz momento pienso en las amigas que tengo desde hace tanto tiempo y sonrío. De repente es como si estuvieran allí conmigo, charlando con Laura y Alicia también. Todas sentadas en aquella especie de damero rojo y blanco, charlando sobre nuestra generación.

Espido me pide que le dedique "álbum de familia". Me observa atrapar el bolígrafo con los tres dedos, como si tratara de evitar que se me escapara, apretando la punta fuertemente sobre la hoja. La situación me parece cómica, yo firmándole a Espido y ella atenta a mis palabras. Debería ser al contrario. Le explico que quisiera haber tenido un libro suyo allí para que me lo dedicara ella a mí. Le resta importancia y me invita a seguir. Me quedo en blanco. Sonríe y me deja sola con su amiga unos momentos. Le pregunto qué querría Espido leer en una dedicatoria. Y su amiga me dice que algo con cariño, con mucho cariño. Yo quiero ponerle algo especial, el momento es único y tal vez irrepetible. Al final soy yo misma y me vuelco en mis palabras para dejar un poco de mí y para que quede por escrito que me equivoqué con ella. Alicia me pregunta mi horóscopo. Géminis, digo. Ella sonríe y mueve la cabeza como diciendo: evidente, no podía ser de otro modo.



Cuando volvemos a estar las tres juntas hablamos de Jane Austen, de Chawton, de Steventon, de Bath, de Charlotte Brontë y de que me es imposible encontrar los libros que Espido dedicó a Jane Austen y las Hermanas Brontë porque están descatalogados. Alicia me sugiere eBay. Espido sugiere algo mejor... Me emociona y doy las gracias. Empezamos a despedirnos.

No quiero quitarles más tiempo. Ya se marchan, pero aún charlamos algo más, sobre algunas cosas que tenemos en común, sobre Andrés Neuman, y sobre temas que nada tienen que ver con la literatura, pero que nos unen. Nos despedimos con la mano.



- Isa, encantada -me dice antes de marcharse. Atraviesa el hall y sale.



Desaparecen por las escaleras.



Me quedo en el mismo sitio que me la encontré. Quieta. Saboreando los instantes que acabo de pasar. Encantada. Pienso que aún me queda visitar Winchester, donde Jane Austen está enterrada. Anoto en mi cuaderno: Leer todos los libros de Espido Freire. Empezar por los cuentos malvados y seguir con Irlanda.



Nos parecemos, pienso camino de la sala Fernando de Rojas, donde a las 17:30 comienza un diálogo de altura entre Manuel Rivas, el gran escritor gallego, y Juan Cruz, escritor y uno de los periodistas más influyentes del ámbito cultural. Entre otras cosas hablarán de la última novela de Rivas, Todo es silencio, sobre las fronteras y el narcotráfico.



La conferencia ya ha empezado cuando entro. Me siento en la última fila y me quejo en silencio de que las fotos saldrán desenfocadas y lejanas. Una mujer lee poesía. Todos la escuchan con atención. Yo saco mi cuaderno y recuerdo que Miguel, mi compañero de puntoyseguido, me dijo que era importante darle nuestro librito a Juan Cruz, ya que la primera frase, que lo define, es de este autor, de su libro Ojalá Octubre:


Las mismas fotos dicen cosas distintas a medida que pasa el tiempo


Un espontáneo, del público, pide permiso y lee una poesía en voz alta. El público aplaude. Los autores empiezan a hablar del abandono, de los niños, y Manuel Rivas hace hincapié en recordar el cuento de los músicos de Bremen, que son animales que no se pelean entre sí, que han perdido las cualidades prácticas para sus dueños, que han perdido el falso afecto y sufren el abandono. Recuerda su primera casa en una calle estrecha, muy cerca de la Torre de Hércules. Cuenta anécdotas de su infancia y de la inocencia de los niños. Cucaracha. Alfombra. Camioncito. Música. Pasacalles. Monstruos. Primeros miedos: Gigantes y cabezudos (Los Reyes Católicos).

Juan Cruz toma la palabra para decir que entonces todo era verdad, que cuando eres niño, todo es verdad.

Manuel Rivas sigue hablando de animales y de miedos y Juan interviene para decirle que le regaló a Almunia el libro de Rivas: En salvaje compañía. El público ríe. Juan y Manuel también.

- Todo lo que te ocurre está unido con hilos invisibles y hay una terrible obsesión en separar unas cosas de otras -dice Rivas. Me gusta que los libros tengan escaleras hacia todos lados, que te lleven a cualquier sitio. El narrador de En salvaje compañía es un cuervo. La boca de la literatura no siempre está en los libros, está también en otros lugares.

- ¿Por qué el hombre se empeña en reducir al hombre?

Juan Cruz dice que de eso trata la obra de Manuel Rivas y que ocurre también en La lengua de las mariposas.

Dejo de escribir en el cuaderno y me fijo en ellos. Me parece esa clase de gente cercana, con aspecto de buenas personas, con una capacidad de retención y de disfrute impresionante. Disfrutones, como yo digo. Me encanta la gente disfrutona, apasionada, habladora y charlatana de aquello que más ama. Gente contagiosa de su entusiasmo.

Manuel Rivas nos sugiere leer La felicidad clandestina, de Clarice Linspector. Justo después hablan del fracaso del Papa en Santiago.

La conversación prosigue y ninguno de los que estamos allí tenemos prisa por marcharnos. La charla es distendida, reímos en multitud de ocasiones. Están cómodos charlando y nos hacen sentir cómodos a los demás. Como si estuviésemo en el sofá de casa, con la bata puesta, conversando con amigos.

- Hay que aprovechar cualquier oportunidad para meter un poema -dice Manuel antes de leer un poema que dedicó a un hombre muy importante de su vida, ¿su padre? ¿su abuelo? por un momento confundo ambas figuras.

Termina la charla comentando que una vez conoció a un hombre que llevaba poemas en los bolsillos, tatuados, escritos en la camisa... Siempre tenía uno a mano para recitárselo. ¡Qué buen personaje para un relato! -pienso.


En cuanto termina la charla y la gente comienza a salir de la sala, me aproximo al escenario y espero a Juan Cruz. Me acerco a él y le regalo nuestro librito y pienso en Miguel de nuevo. En que cuando escogió la frase para nuestro librito jamás pensó que el propio Juan Cruz tendría nuestro libro en sus manos. Juan me sonríe y me agradece especialmente el gesto. Le muestro la frase que sirve de prólogo a nuestro librito de relatos y su sonrisa es más abierta y su cercanía y gratitud lo engrandecen. Me presenta a una chica, artista, dice él, que hace fotos sensacionales. Le doy mi cámara. Click. Juan vuelve a agradecerme el gesto del libro con dos besos. Habla con un amigo, por teléfono, sobre un próximo evento en Nueva York. Me comenta algo. Sonrío. Nos despedimos. Comienzo a vaguear de nuevo por el hall de la librería. Y pienso en todos mis compañeros, en que ojalá hubieran venido y pudieran disfrutar lo que estoy disfrutando yo.

En mi vaguear me cruzo con Juan Cruz de nuevo y me pregunta por la foto. Le digo que ha salido genial. Sonríe de nuevo y vuelve a despedirse. Después me cruzo con la chica que hizo la foto y también me pregunta. Se la enseño. Me atrevería a decir que se llamaba Begoña, pero igual me equivoco. Sin embargo es el nombre que recuerdo. ¿O era Cristina? Igual ni el uno ni el otro. Pero era simpática y hacía buenas fotos, eso sí. Nos cruzamos alguna vez más esa tarde y volvieron a saludarme amigablemente.




Me acerco a Manuel Rivas y le doy un librito de álbum de familia que previamente también le he dedicado. Me lo agradece con un gesto. Se siente en la mesa de firmas y comienza a firmar ejemplares de sus libros. Entonces mi atención se desvía hacia otra cara conocida, nada literaria, no sé por qué me emociono al verla. Se me saltan las lágrimas. Su sonrisa es maternal, sus manos de hada buena, su mirada cuenta. Su abrazo, conciliador.

Es Julia Gutiérrez Caba. Una gran dama. Admiro su trabajo. Se lo comento. Lo agradece. Me acaricia las manos con las suyas de hada. Pido un deseo.
Una chica deja su móvil en el suelo, su bolso también, la chaqueta la aprisiona entre las piernas, coge mi cámara con las dos manos. Julia sonríe. Yo también.



Consigo ponerme en contacto con Loli. Bajo a encontrarme con ella, con María y con una pareja amiga. La emoción me embarga, se me sale por los ojos y por la sonrisa. Ellos se dan cuenta. Me dejan hablar, atropellarme con las palabras, mostrar las fotos, contar, contar, contar. Después una rápida despedida, nos vamos para la siguiente conferencia exprés, la de las 19:30 de Vicente Luis Mora. Loli me acompaña. Subimos y cogemos primera fila.
Andrés Neuman ya ha llegado. Me pregunto en qué conferencia estará. De repente... lo adivino. ¿Quién dice que no hay magia en el Festival Eñe?
Continuará...
I.M.G.
Fotos propiedad de I. Merino.









7 comentarios:

  1. Isa, uauuuu!!!! Había magia allí ese día...

    Ahora voy a empezar a leerme el último libro de Manuel Rivas, ayer lo vi en el Público lee y me encantó.
    De Juan Cruz buscaré su blog.
    Muchas gracias por compartir y volver a recordad todas estas vivencias.
    Besines
    L;)

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  2. Sí, Loli. Dicen que los niños nacen alucinados, que lo ven todo mágico. Yo fui una niña durante todo aquel sábado 13 de Noviembre, te lo aseguro. Disfruté muchísimo y conocí a gente muy muy especial.

    Besitossssssss

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  3. Yo si que me lo estoy pasando bien leyendo esta crónica y vuestros comentarios.
    Qué maravilla de día Isa. Soy seguidora de Juan Cruz, siempre empiezo por su artículo los domingos en El País. Estáis muy guapas en esa foto Julia y tú. Aquí me tienes esperando la continuación

    Besos

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  4. Gracias Elysa, tus comentarios, como te dije, me animan a seguir. Ya sólo quedan dos entradas para terminar mis crónicas del festival Eñe. Una entrada para Vicen Luis Mora y Rafael Chirbes y la estrella, la última, para Andresito Neuman.

    La verdad es que fue un día fantástico y aún no he terminado de contarlo.

    Este 2010 ha sido para mí un año redondo, un año de diez, tal y como prometían las combinaciones de cifras, ¿recuerdas Loli? Nací en el 73, 7+3=10. Cumplí 37, 3+7=10. Y el año en el que estamos, el 10. Las cifras cantan. No podía ser de otra manera.

    Besitos y nuevamente gracias por dejarme tus comentarios. Se aprecian muchísimo.

    Isa

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  5. Gracias por la visita y por tus palabras Isa. Y... esperando esa continuación de Ñ.

    Besos

    Elysa

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  6. Isa, en mi blog te dejo una propuesta, ven por ella!!

    Besines
    L;)

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  7. Elysa gracias a ti por la ilusión que me transmites. Me haces seguir. Gracias. Ya he escrito la 8ª entrega del festival. Sólo queda 1 ó tal vez la alargue hasta 2, para que sea un número redondo, un 10 en entradas.

    Tu blog es fantástico para pasear también por él. Gracias de nuevo.

    Loli, voy corriendo, aunque si la propuesta es para nuestra reunión de mañana... me temo que no me dará tiempo, son las 00:15 y estoy muerta mortísima ya... voy a leerla... besines

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