jueves, 26 de enero de 2012

Walt Whitman: Canto a mí mismo

Algunos entendidos de poesía, líbrenme a mí de esa carga pues a veces no la entiendo, sólo la siento, consideran a Walt Whitman como el padre del verso libre. 


Podría dar datos de la biografía de Whitman, bien sacándolos de la wikipedia, bien rememorando viejas clases de literatura, bien sacándolos de las notas biográficas que suelen acompañar a su Canto a mí mismo, o bien viajando a su tumba ubicada en el cementerio de Harleigh en Candem y transcribir lo que él mismo me contara a través del ulular del viento, pero no voy a hacerlo. Considero que la mejor manera de nombrar a Whitman, o de, tal vez conocerlo un poco, es a través de su Hojas de hierba

"La prueba de un poeta es que su país lo absorba sentimentalmente de la misma forma que él absorbió a su país" (prefacio de Hojas de Hierba 1855). 

¿Qué mejor homenaje, se me ocurre hoy, que transcribir algunos extractos de Canto a mí mismo (Hojas de Hierba), para hablar de este autor, que al igual que Baudelaire con Las flores del mal, sólo escribió un único libro de poesía: Hojas de hierba, que en su versión definitiva cuenta con 390 poemas, (siendo el Canto a mí mismo, uno de ellos, quizá el más conocido, alabado y criticado).

León Felipe dijo de él: 


No tiene otro título ni rótulo a la puerta, 
No es doctor, 
ni reverendo,
ni maese...
No es un misionero tampoco.
No viene a repartir catecismos ni reglamentos,
ni a colgarle a nadie una cruz en la solapa.
Ni a juzgar;
ni a premiar,
ni a castigar.
Viene sencillamente a cantar una canción.


CANTO A MÍ MISMO (Walt Whitman), extractos escogidos:

 Yo me celebro y me canto, 
Y de lo que me apropie te debes apropiar,
Pues cada átomo mío te pertenece. 
Ando vagabundo e invito a mi alma a que tam-
bién lo haga.
Ando vagabundo y me tiendo a mis anchas a mi-
rar un tallo de hierba estival.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, se formaron
de este suelo, de este aire.
Nacido aquí, de padres cuyos padres aquí tam-
bién nacieron, al igual que sus padres.
A mis treinta y siete años, con una salud per-
fecta.
He empezado a vivir, y sólo espero no dejar ya
de hacerlo hasta mi muerte.
Que se callen ahora las escuelas y credos
Me sirvieron y nunca he de olvidarlo
Acojo el bien o el mal, dejo que todo hable sin
importarme el riesgo
A la naturaleza sin frenos con su energía origi-
naria.

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He oído lo que decían los charlatanes sobre el 
principio y el fin,
Pero yo no hablo del principio y del fin. 
Jamás hubo otro principio que el de ahora,
ni más juventud o vejez que las de ahora, 
Y nunca habrá otra perfección que la de ahora, 
Ni más cielo, o infierno que éstos de ahora.
Instinto, instinto, instinto,
Siempre el instinto procreando el mundo
Surgen de la sombra los iguales, opuestos y com-
plementarios, siemrpe sustancia y crecimiento,
siempre sexo,
Siempre una red de identidades, siempre distin-
ciones, siempre la vida fecundada....

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Soy por igual del viejo y del joven, del necio
y del sabio,
Indiferente y atneto a un tiempo con los demás,
Maternal y paternal a la vez, niño y hombre,
Formado de una materia tosca y de una materia
delicada.
Ciudadano de la Nación de muchas naciones, no
menos de las grandes que de las pequeñas
Soy del norte y del sur, soy un ranchero indolente
y hospitalario de orillas del Occoni....

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Soy el poeta del cuerpo y soy el poeta del alma, 
Sé de goces de cielo yde horrores de infierno
Injerto los primeros a mi ser, los aumento, y 
dejo los segundos para decirlos en un idioma
nuevo. 
Soy el poeta de la mujer no menos que del hom-
bre
Y digo que es tan noble ser mujer como hombre,
Que no hay nada más noble que ser la madre de 
los hombres.
Canto a la exaltación o a la soberbia,
Bastante hemos rogado, bajado la cabeza,
Y afirmo que el tamaño no es más que desarrollo.
¿Has superado al resto? ¿Llegaste a presidente?
Es una nimiedad, cualquiera podrá alcanzarte
y luego ascender más arriba...

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¡Basta, basta, basta!
Ando aturdido, ¡atrás!
Dadme un poco de tiempo, que pueda reponer-
me del golpe, de los sueños, del vértigo fatal
y los bostezos.
Estoy ante un error que suele ser corriente
¡Si pudiera olvidar las burlas, los insultos!
¡Si pudiera olvidar los llantos y los golpes
de clavos y martillos!
Si pudiera mirar con otros ojos mi propia cruz,
mi corona de espinas...
Ya recuerdo...

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¡Poetas del futuro! ¡Oradores, cantantes, músi-
cos del porvenir!
No será este presente quien debe justificarme y
responder por mí
Sois vosotros, la nueva generación autóctona y
atlética, continental, más grandes que todas las
conocidas
¡Arriba! que vosotros debéis justificarme...

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A ti, quienquiera que seas...
¡Toma! .....
Me ofrezco a ti, en todo y para todo, me ofrezco
a mí mismo, prometiendo no dejarte jamás,
De lo que doy fe firmando con mi nombre

                                                  Walt Whitman.


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Oda de García Lorca a Walt Whitman

Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman, 
he dejado de ver tu barba llena de mariposas, 
ni tus hombros de pana gastados por la luna, 
ni tus muslos de Apolo virginal, 
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla 
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela. 
Ni un solo momento, hermosura viril 
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.


Queda aquí clausurado mi mes dedicado a la poesía: Borges, Neuman y Whitman, la lectura de sus poemas me ha acompañado todo enero. 

¿Quién sabe qué nos deparará Febrero? De momento un viaje para saludar a un gran amigo, un buen amigo, Londres, salgo a tu encuentro, una vez más, con los brazos abiertos. 


I.M.G. 

miércoles, 18 de enero de 2012

Alguien al otro lado

Hace unos meses, recibí un peculiar y sorpresivo regalo de cumpleaños. (Por sorpresivo se entiende, en este caso, que es mi caso, insospechado e inesperado):




Quizá, una vez abierto el buzón y sopesado el paquete, (confieso haber echado un vistazo antes al remitente), supuse, como habría supuesto cualquier lector voraz, que se trataba de un libro, y que,  tal vez, "bienconociéndome" mi buen amigo, (llamémosle nuevamente el remitente), me lo habría enviado dedicado. Aunque fuese una firma. Suficiente. 

Subí las escaleras, tan ensimismada estaba, contando letras en lugar de números por escalón y así, fui subiendo todo un abecedario hasta casa. O tal vez no sucedió así.

Tal vez sucedió que cogí el ascensor, hablé del tiempo con un vecino: Hace calor, eh, sí, ya en un par de días veranito. Sí. Y, qué calor, eh, como para no darse una ducha, (y luego silencio, miradas al suelo y medias sonrisas hasta que el ascensor llega a su planta. Hasta luego. Adiós). 

Si me remonto a aquellos días, pienso que tal vez abrí el paquete en el mismo portal, con ansia por descubrir de qué libro se trataba, si es que se trataba de un libro; o tal vez, sin duda, llegué del trabajo y el paquete, que parecía ocultar un libro, descansaba sobre la mesa de mi escritorio, y sólo fue abierto tras saborear ese momento a solas. 

Lo que escondía dentro ese paquete, amig@s míos, era : Alguien al otro lado.




Alguien al otro lado es una Antología de poemas de Andrés Neuman musicados por Juan Trova. 

Véase entrada al respecto, en el blog de Andrés Neuman, Microrréplicas, donde se puede leer y escuchar, uno de los poemas que lo componen:  El extraño. (¿Hacia dónde camino?, dice uno de sus versos, Camino, que ya es mucho, y rompo el paso). O léase la siguiente entrada en la página web de Juan Trova: Alguien al otro lado.

Abro el libro con cuidado. Encuentro mi dedicatoria. La disfruto unos minutos. (Obvio compartirla. Es personal. Se entiende). Siguiente parada: La dedicatoria del autor a Eli y Eri al unísono. (En esta me quedo sólo unos segundos, los suficientes para sonreír). Y la nota sobre el libro, en la página número 9,  es el comienzo de la aventura. Neuman dice así: 

Esto no es un libro. Ni un disco. Es ambas cosas. O acaso una tercera, más feliz. 

Me he tumbado en la cama, he bajado las persianas y encendido la lamparilla de noche, que no alumbra demasiado, para crear ambiente. He introducido el CD, (sí, trae un CD, en la última página, tras la solapa de la contraportada), en el cajetín número 5 de mi equipo de música,  y he leído en voz alta: 

CARA A

ALGUIEN AL OTRO LADO
(LIBRO DISCO)

Desconocía que el remitente, una vez echado el paquete al buzón, en algún lugar del mundo, o quizá de Granada, (se da la circunstancia de que el libro está fechado en esa hermosa y vecina ciudad, en 2010), se había asegurado, (lógica aplastante), que sería uno de los regalos estrellas de mi natalicio. 

Podía verlo sonriendo sin enseñar los dientes, achinando los ojos, llevándose una mano hacia el pelo, apartándose el flequillo de la frente, y luego echándose hacia atrás, en su silla de escritorio, giratoria, con los brazos cruzados tras la nuca. La carcajada vendría después:  Cuando supiera cuánto jugo pude sacarle a aquel detalle. Él, (lógica aplastante de nuevo), sólo pensó que era un detalle. 

Para la destinataria, héme aquí con el libro abrazado, fue como una triqueta, un triunvirato, la santísima Trinidad, los Tres Mosqueteros, un triángulo equilátero... es decir,  los tres puntos de apoyo necesarios para sostenerse en equilibrio: 

Poesía, música y Andrés Neuman. 

Leo las poesías mientras Juan Trova las canta. Y luego, dejo que la lea la voz de Neuman. Apago la luz de la mesilla y cierro los ojos. Sólo escucho. Después, cuando el CD ha terminado, las leo una a una, a intervalos de media hora. Esa fue la primera vez que leí, (y escuché), Alguien al otro lado. Después ha habido muchas. Cada vez ha sido diferente. Cada vez más intenso. Cada vez un regalo nuevo, como si el libro fuese una caja de sorpresas y cada día tocase una nueva aunque fuera la misma. 

No soy de leer demasiada poesía, o lo fui un tiempo y luego dejé de serlo, pero siempre se vuelve a lo que uno ha amado, supongo, de alguna manera, a veces sólo hace falta un empujoncito. A mí me lo dio el remitente, y desde entonces, con la luz baja de la mesilla de noche, y el silencio del hogar, leo y releo poesía, y empiezo a entenderla, y a amarla de nuevo. No se deja de amar las grandes cosas, sólo se olvida cómo volver a ellas, supongo. Sólo supongo. 

Os dejo aquí, (y pido perdón al autor por no pedirle permiso, y desde aquí le digo, con todos mis respetos,  que una palabra suya, bastará para quitarla), el poema que da nombre al libro, que es de mis favoritos, junto a El extraño y Rotación de los cuerpos

Si queréis seguir leyendo,  el libro se llama (como si no lo hubiera nombrado ya varias veces, me hago la loca): Alguien al otro lado. (La veleta 2011. Granada).


ALGUIEN AL OTRO LADO

PARTICIPO del día como un rastro pequeño,
como el grano de arena que desordena el viento.
Vuelvo sin atributos, un sonido perpetuo, 
mi visión ha tomato una forma de cuenco.
he perdido la prisa y el líquido del sueño.
Si pudiera tocaros, hoy sería perfecto. 


Mil gracias, (sé que son pocas y mereces más), a mi querido remitente, otra mil, (me quedo corta de nuevo, lo sé), a Andrés Neuman y a Juan Trova, por tan fantástico trabajo y subrayo la frase con la que el compositor termina sus notas sobre el disco: 

"La certeza de que siempre hay Alguien al otro lado es lo que da sentido a cualquier manifestación artística". 

(En este caso, la certeza de que estéis ahí, al otro lado, es lo que da sentido a este blog, y a que yo esté compartiendo mi regalo con vosotros). 


Quisiera finalizar esta entrada dándole las gracias, (otras mil y pico más, o dos mil trescientas setenta y siete, por cifrarlas de alguna manera), a Andrés Neuman, de nuevo, por su cariño, sus sonrisas, sus comentarios, (por nombrar este blog en la sala del CAL, Centro Andaluz de las Letras de Málaga), y más de una vez, con la consecuencia de un leve, o tal vez intenso, rubor,  en mis mejillas), y por los varios posados que hizo con el ejemplar  que le regalamos de nuestro libro, Cuando vivíamos aquí, (puntoyseguido 2011), en su última visita a Málaga. 


Andrés Neuman posando con nuestro libro Cuando vivíamos aquí (puntoyseguido 2011)



Esta entrada está dedicada al remitente del paquete que recibí en mi 38º cumpleaños. Junio 2011. 




I.M.G.




martes, 10 de enero de 2012

Ese montón de espejos rotos

Soy


SOY

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.


Eco, olvido, nada.

Soy el que pese a tan ilustres modos 
de errar, no ha descifrado el laberinto 
singular y plural, arduo y distinto, 

del tiempo, que es de uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.








JORGE LUIS BORGES




Y UNO APRENDE...






Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor
no significa acostarse
y una compañía no significa
 seguridad
y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos y los
 regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus
 derrotas con la cabeza alta y los
 ojos abiertos y uno aprende a 
construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma, en lugar
de esperar a que alguien le traiga
 flores. Y uno aprende que 
realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada día uno aprende.


Cuando busco respuestas, me encuentro con Borges. Cuando hago preguntas, Borges responde. 
Cuando se trata de definir con elegancia y maestría, Borges define: 

Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única. 

Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón.

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. 



Jorge Luis Borges


Cuando siento curiosidad por conocerme, 
él espanta mis fantasmas
 o coloca unos cuantos más a mi alrededor, 
y monta una gran fiesta
 de la que puedo escapar sin ser sorprendida. 



La primera entrada de mi blog en este 2012 es para 
el que es, para el que sabe,
para el que aprende. 
Para Borges.

Para ti. 



I.M.G.