domingo, 5 de enero de 2014

Cabalgata de Reyes - Cabalgata para niños

Para hablar de lo que acontece hoy, he de remitirme a los dolorosos hechos que ocurrieron en la Cabalgata de Reyes de Málaga el pasado año: Un chiquillo de apenas seis años falleció por un atropello de una de las carrozas al ir a coger caramelos de la suerte. Un accidente mortal. Una absoluta y desgraciada tragedia que jamás se olvidará en esta ciudad. Yo estaba muy cerca, con mis sobrinos, que rozaban su edad… recordarlo me pone los vellos de punta. La cabalgata prosiguió su recorrido, y las carrozas, los pajes, los Reyes, siguieron lanzando caramelos a otros tantos miles de niños ilusionados. 

Ha pasado un año, pero nadie ha olvidado. ¿Cómo olvidar algo así? 

Para que un accidente de este tipo no vuelva a ocurrir, aseguran desde nuestro Ayuntamiento que se han tomado las medidas de seguridad necesarias. Además, se ha cambiado el recorrido de la Cabalgata del día 5 y por primera vez en años, no pasará por la parte más céntrica de la ciudad para hacerlo por calles circundantes, que también se consideran céntricas, pero que son más anchas. 

Todo lo que sea seguridad bienvenido sea. Pero, la decisión de la seguridad no ha afectado sólo al recorrido o a la nueva recubierta de poliuretano de las carrozas, no, ha afectado a las cabalgatas de los distintos distritos de Málaga. No es que hubiera mucho presupuesto antes para estas cabalgatas de barrio, pero este año ha sido lastimoso y ha rozado lo cutre, al menos en mi distrito. Pero aún así he aprendido algo esta tarde, y eso me lo han enseñado los niños, que no dejan de darnos lecciones. 




Os cuento:

Se ha prohibido cualquier tipo de carroza que no cumpla con las nuevas normativas de seguridad, por lo que las cabalgatas de los barrios, cuyos gastos son sufragados por los comerciantes y vecinos, se han quedado en pasacalles. ¿Qué son pasacalles? preguntaba una señora a otra. Pues que no hay carrozas, ni coches, ni carros, ni ná. Pos vaya. Eso, el Alcalde. ¿Qué, mamá? El Alcalde, niño, que no quiere que los Reyes vayan en carrozas como toda la vida de Dios. ¿Vienen en camellos, mami? No, hijo, andando. ¿Desde Oriente? Desde Oriente. Pues al Alcalde le van a traer carbón negro. Di que sí, hijo. Di que sí. Tira p´alante que no llegamos. 

Yo no sé si el Ayuntamiento ha dado dinero a los distritos. No vengo a juzgar eso. En verdad no vengo a juzgar nada, aunque la miseria de la cabalgata que he visto hoy, no la había visto en mi vida. He visto cosas cutres, pero lo de esta tarde cruzaba lo ridículo, sin embargo, y es lo que he venido a contar en realidad, los niños disfrutaban como si fuese la cabalgata más hermosa que jamás hubiesen visto. Ellos no se fijaban en que unos hombres disfrazados de ángeles empujaban un carrito del Mercadona forrado con tela y que de ahí cogían los caramelos y los lanzaban, ni que la música procediera de un altavoz cascado que viajaba sobre un armazón de madera que portaban entre otros tres, ni que las bailarinas fuesen niñas disfrazadas de Olivia Newton John en You´re the one that I want, y que en lugar de bailar fuesen charlando unas con otras, o que no hubiese carrozas, confeti, cabezudos, coches de colores, fanfarrias, o que, ¡OJO!: los Reyes fuesen andando bajo unas carpas y que incluso a veces ni siquiera fuesen debajo de ellas porque quienes la portaban, (andando), fuesen más rápidos que ellos. Un absoluto desastre. 






Pero sólo a la vista de los mayores, sólo nosotros estábamos viendo eso. ¡Qué increíble!

Me he acordado del libro El Principito. Las personas mayores vemos sombreros en lugar de serpientes boas que digieren elefantes. Hoy he constatado que es así. Y que me he hecho mayor. (Ya era hora, a mis cuarenta). Los mayores, pues me meto en el saco, nos reíamos. Hacíamos fotos. Nos quejábamos de la vergüenza que supone una cabalgata así y algunos decían: es que no hay derecho, los chiquillos no se merecen esto. 



¿Los chiquillos?

Miré a mis cuatro sobrinos. Sus bolsas, de las grandes, repletas de caramelos, más que nunca quizá. Sus sonrisas y miradas eran de pura felicidad y entusiasmo. Saltaban. Reían. Se agachaban a coger otro caramelo, y otro, y otro, y otro... Y, lo mejor de todo, habían visto a los Reyes de cerca, incluso los habían tocado, porque iban andando, y podían darles la mano. Gaspar me ha dado caramelos. Le he dicho que no se olvide del Scalextric. Mira Melchor, hola Melchor. (Eso sí, se han dado cuenta de que Baltasar era pintado, cosas de la cercanía de miras). 



Desde aquí quiero agradecer pues, el entusiasmo y las ganas que han puesto todas y cada una de las personas que han colaborado en la cabalgata del distrito Bailén-Miraflores de Málaga, por hacer sonreír, y hacer felices a mis sobrinos y a todos los niños del barrio. Porque a pesar de los recortes y de las exigencias y de la seguridad, se han reinventado, no se han rendido y han decidido salir a la calle para seguir cumpliendo lo que año tras año esperan todos los niños: Su cabalgata, coger decenas de caramelos de la suerte, y ver a sus Reyes Magos de cerca. 



Divertirse. Emocionarse. Coger caramelos. Decenas. 

Y todo eso ha sido cumplido. Gracias por el esfuerzo, y ojalá que el año que viene contéis con mayor presupuesto para devolverle la categoría perdida, (a los ojos de nosotros los mayores), a esta cabalgata de barrio que pase lo que pase, espero que no deje nunca de salir, ni de hacer felices a los niños. ¡Hasta el año que viene! 





Tita Isa. 





miércoles, 1 de enero de 2014

Todas esas huellas


Caminamos, dejamos todas esas huellas sobre la arena, 
y ahí se quedan, precisas, ordenadas. 


Pero mañana, cuando te levantes, al mirar esta enorme playa no habrá ya nada, 
ni una huella, ni una señal cualquiera, nada. 
El mar borra por la noche. 
La marea esconde. 


Es como si no hubiera pasado nunca nadie.
Es como si no hubiéramos existido nunca. 
Si hay un lugar en el mundo en el que puedes pensar que no eres nada, 
ese lugar está aquí.
Ya no es tierra, todavía no es mar.
no es vida falsa, no es vida verdadera.
Es tiempo.
Tiempo que pasa. 
Y basta. 



Océano, mar
Alessandro Baricco.



Sin explicar nada, sin decirte adónde, habrá siempre un mar que te llamará.


¡Feliz 2014!

I.M.G.